14 dic 2010

Sencillamente porque nunca me hicieron feliz, porque nadie hubiese dado la vida por mí. Escuchar los lamentos de gente hipócrita excusándose de que ellos querían hacerme feliz. Pero por favor; ya no les creo, ni pienso hacerlo. Estoy bien así, prefiero pensar que el amor no existe, antes que afirmar que no lo encontré. Pero, ¿Qué es el amor? Si los adolescentes se la pasan sufriendo. No podemos asegurar que eso que se siente en esa etapa es ‘amor’. Estoy convencida de que si realmente existe; el amor no duele, todo lo contrario. Como dije en algún momento, por amor se vive, por desamor se muere. Pero nadie me escucha, todos hacen oídos sordos a mis palabras. Ignoran mi voz como alguna vez lo hicieron con mi presencia. Pero lo superé, puedo vivir en mi cápsula, escuchando las canciones que me traen recuerdos y memorizando sus letras para torturarme cuando por algún motivo se pierden los auriculares debajo de la cama o en algún sitio en el que me lleva horas hallarlos. Y así camino sin rumbo por la calle, intentando no mirar a mi alrededor para no caer en la realidad de sentirme invisible. Por eso, elijo lograr vivir en un mundo imaginario, el mío. Donde el dolor no se siente, y el amor no existe. Sólo yo. Se que es fácil crear una burbuja, que tendría que empeñarme en procurar solucionar las cosas. No quiero. Estoy en rebelde, quiero las cosas a mi manera, no quiero escuchar a nadie. Solamente vivir con mi locura. Sigo siendo la misma frívola de siempre; sin corazón, sin nada para dar. Ocuparme de mi imagen me cubre el tiempo suficiente como para no necesitar de más nada. Aunque nadie me vea, necesito que lo que el espejo refleje me ayude a combatir la soledad.
No se preocupen, no estoy mal. Al contrario, hoy brillo; tengo mi luz. Porque no está él para opacarme. Porque no está él para aburrirme con mentiras y llevarme al abismo de la depresión. Me acuerdo de las veces que creí que su sonrisa era porque estaba feliz de tenerme a su lado, y me dan ganas de buscarlo y golpearlo, pero después me arrepentiría. Que ingenua, pero no quiero hablar de él. Quiero demostrarle que fue desterrado de mi pensamiento, exiliado de mi vida (y para no volver).

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