31 dic 2010

EL: No querés hablar. Te entiendo. Pero por favor, aunque sea escuchame. ¿Sí? Yo no quise lastimarte. Te juro que sos la última persona en el mundo que lastimaría. Y te pido perdón. Te pido perdón en serio porque vos no te merecías verme con élla. Y que algo es verdad, que quiero probar, ¿no te parece? Pero yo te adoro. Te adoro y no quiero estar peleada con vos, porque, porque sos mi amiga.
ELLA: ¡Callate! Callate. Ya te escuché mucho. Ahora escuchame vos a mí. Yo también probé. Yo también estuve con otro para olvidarte. Pero decime alguna vez que yo te haya echo sufrir a vos. ¿Sufriste por mi? ¿Eh? No, ¿no? Eso fue porque te cuidé. Lo primero que sentí cuando los vi, los escuché, fue un gran dolor. Sentí que te perdía para siempre. ¿Y sabes qué, bonito? Esta pendeja tiene mucha más calle que vos y que ella juntos. Me di cuenta que yo no perdí nada. Vos perdiste. Cuando una persona que te quiere te lastima, es como si el médico que debería cuidarte en realidad te enfermara. Perdés la confianza. Perdés el respeto. Hay cosas que se pierden y las encontras. Pero hay cosas que una vez que las perdiste, las perdiste para siempre. Yo perdí muchas cosas en mi vida. Una oficina de objetos perdidos llena tengo. Pero estás empezando a perder. Primero me perdiste a mí. Ahora vas a perder la ilusión cuando esta flaca, que no es una pendeja, se aburra del pendejo y te deje en banda. Recién ahí te vas a dar cuenta de lo que perdiste. De lo que nunca vas a recuperar.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario