24 dic 2010



-¿Puedo preguntarte algo?
-Claro. -contestó con una sonrisa.- Que no quiere decir que vaya a responderlo.
-Llevamos viéndonos ya algo más de dos meses y aun no me has preguntado mi nombre. ¿Por qué?
-Mira, has tenido suerte, esa es una de las preguntas que si que tienen respuesta.- dijo riéndose.- Porque, si supiera como te llamas, el día que salgas corriendo podría buscarte, podría obsesionarme y no dejar de pensar en ti. Sin embargo si no se tu nombre ¿cómo me voy a obsesionar con algo que ni si quiera puedo nombrar?
-Y, ¿por qué iba yo a salir corriendo?
-A mí no me lo preguntes.- dijo ella encogiéndose de hombros.- Yo solo sé que todos lo hacen.

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